(o por que Godot no puede venir . . .)
Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las soñadas en tu filosofía. William Shakespeare, Hamlet
Algo estaba definitivamente mal con el mundo. El Proveedor parecía haber abandonado a sus hijos, y el frío avanzaba sin control desde el más allá, mientras que la tierra perdía su calor vital. Y, aunque cada ser era consciente del incipiente desastre, nadie podía comprender la razón del cambio climático inexplicable, ni mucho menos inventar una manera de evitar la cierta destrucción de su especie.
Los Sernegme, los seres dominantes en un mundo de riqueza casi ilimitada, son seres altamente resistentes y sensibles que habían evolucionado en un ambiente que no ofrece ningún impedimento natural para su crecimiento y desarrollo. Careciendo enemigos naturales contra los que protegerse, y sin necesidad de gestionar recursos limitados, los Sernegme, que no son por su naturaleza particularmente gregarios, nunca desarrollaron una estructura social o un concepto de propiedad privada; todas las necesidades de la vida les fueron siempre proporcionadas por la tierra en cantidades inagotables. Cada uno simplemente toma de la tierra de acuerdo con sus necesidades o apetitos sin la más mínima necesidad de trabajo, industria o planificación. Los alimentos se pueden encontrar en cantidades y variedades ilimitadas a lo largo de la tierra. Todo lo que se requiere para conseguir una comida es agacharse y recoger bocados sabrosos y altamente nutritivos de sustancias deliciosas en infinitas variedad y en cantidades inagotables. Para saciar la sed, existen líquidos bastante nutritivos en si mismos disponibles en piscinas, lagos, ríos y fuentes naturales de varios tamaños esparcidos por toda la tierra. Al igual que con los alimentos sólidos, la tierra ofrece nutrición líquida en una variedad infinita, algunos de los cuales producen efectos embriagantes no muy diferentes a los del alcohol y las drogas alucinógenas en el sistema humano. Estos manantiales embriagantes son particularmente populares entre los Sernegme que son por naturaleza criaturas intemperantes.
Aunque la existencia de los Sernegme pueda parecer utópica, hay, por desgracia, siempre un precio exigido por una vida de facilidad perpetua y recompensa sin fin. El ocio sin limite y una existencia carente de dificultades habían convertido a los Sernegme en una raza bastante retrasada intelectualmente. La inteligencia no es apreciada en una tierra que tan libremente cede su recompensa, donde no hay caza mayor o menor que matar o atrapar, ningún enemigo contra el cual protegerse o conspirar, y ninguna necesidad de construir refugio para proteger la propiedad, albergarse uno mismo de los elementos o de la agresión y la codicia de los demás. Así, mientras que los Sernegme tenían el mismo instinto de supervivencia codificado genéticamente de todos los demás organismos vivientes, las circunstancias particulares de su mundo sumamente hospitalario no requerían que se diera a luz la ciencia, las matemáticas o el cultivo de conocimientos que en su núcleo más fundamental nacen del instinto de supervivencia. Para los Sernegme, la supervivencia de su especie sólo requiere comer, dormir y reproducirse. Y, dado que los Sernegme se reproducen asexualmente, esa función se sirve mejor comiendo tanto como sea posible, obteniendo así la masa y la energía necesarias requeridas por la función reproductiva. No es sorprendente, entonces, que los Sernegme pasan la mayor parte de sus horas de vigilia comiendo, o buscando nuevas fuentes de alimento para encontrar placer en lo que de otra manera sería el tedio de su ocupación primaria.
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