Parte II--Remedios (Abuela Materna)
Tu esposo murió a los 40, dejándote sola con siete hijos a mantener, Pero no antes de que tu hijo
Más mayor, Juan, muriera ahogado en el mar. Aun en su adolescencia, trabajaba como
Pescador para ayudarte a ti y a tu esposo a poner comida en la mesa. Habías también perdido a Una hija,
Toñita, también en su tierna adolescencia por indeterminada enfermedad.
Sus gentiles almas puras encontraron el camino de regreso a casa demasiado pronto.
Más tarde en la vida perderías dos hijos más a la tragedia, Paco (Francisco),
Un hombre sumamente trabajador, honesto, y bueno cuya inclinación a usar lenguaje vulgar
Nunca pudieron desmentir una naturaleza apacible y un corazón generoso.
Se electrocutó con una luz portátil defectuosa mientras trabaja en torno a su piscina.
Y el niño de tus ojos, Sito (José), el último en nacer y tu preferido, quien había heredado la
Hermosura física de su padre, su conciencia social, su política de izquierdas, su imponente Presencia, su labia de oro, y su mala, suerte.
Acabo su vida debajo del carril de un tren.
Ni la desesperación ni la pobreza pudieron doblar tu espíritu. Tú te levantaste todos los días
Antes de la madrugada para vender el pescado en un puesto en la plaza.
Y cada tarde colocaste una enorme cesta de mimbre en la cabeza y
Caminaste muchisimos kilómetros para vender más pescado en otros pueblos.
El dinero era escaso, por lo cual a menudo recibías otros bienes a cambio de tu pescado.
También le dabas tu pescado a quien solo te lo podía pagar con su bendición. Caminabas de vuelta a casa, a altas horas de la noche, a través de la oscuridad o por
Senderos iluminados por la luna, cargada de lo que te dieran a cambio de tu pescado.
Verduras, huevos, y tal vez un conejo o un pollo llenaban tu cesta de mimbre sobre tu
Fuerte cabeza. Caminabas recta sobre tus piernas repletas de venas varicosas, impulsada
Siempre hacia delante por un propósito noble: alimentar a tus hijos y poder darles
Esperanza de que vendrían tiempos mejores.
Durante la peor época de hambre mediante y después de la Guerra Civil, la chimenea de tu
Casa alquilada con vistas al Puerto de Fontan, expulsó humo negro todos los días.
El fuego de tu lareira alimentó no sólo a tus hijos, sino también a muchos vecinos aún
Menos afortunados que tú, alimentando su cuerpo y manteniendo en vida la esperanza.
Fuiste criticada por algunos vecinos cuando lo peor había pasado, después de la guerra. "¿Por qué trabajas tan duro,
Remedios, y permites que tus niños pequeños trabajen tan jóvenes?
Los sacrificas a ellos y a ti misma sin necesidad por un orgullo imbécil
Cuando Franco y la ayuda extranjera otorgan comidas gratis para los necesitados”.
“Mis hijos nunca vivirán de la caridad pública mientras mi espalda lo permita,” era tu
Contestación. Resentiste a tu esposo por poner la política por encima de su familia, y por
Arrastrarte a ti y a tus dos hijas mayores de tu cómoda y sana vida en tu casa, en el
Numero 10 Perry Street cerca del Grenwich Village a una Galicia sin esperanzas.
El optó por inclinar su lanza a molinos de viento por a la eterna gloria de otros hombres
Necios. Y te dejó a ti sola para enfrentar la ingloriosa lucha por la sobrevivencia diaria.
No obstante su corazón enfermo, él trabajó con gran diligencia para promover un futuro
Justo en su querida España, ignorando la realidad practica de tu doloroso presente.
Te llenó de hijos y construyó con gran cuidado la cruz en la cual lo crucificaron, una
Palabra a la vez, dejándote a ti la dolorosa tarea de recoger los rasgos de su idealismo
Destrozado. Pero tú sobreviviste y prosperaste sin sacrificar tus propios principios
Sólidos y sin permitir que tus hijos sufrieran más privaciones que las del trabajo duro.
Nunca perdiste tu sentido del humor. Nunca tomaste a nada ni a nadie con gran seriedad.
Enfrentada con la absurdidad de la vida, siempre optaste por reírte con ganas.
Te vi llorar muchas lágrimas de risa, pero nunca te vi llorar lágrimas de tristeza o de dolor.
Nunca te verías a ti misma como una víctima ni permitirías que otros lo hicieran.
Te encantaba la gente. Tu sentido del humor fue siempre irreverente y repleto de suave
Ironía. Y de gran sabiduría. Te encantaba reírte de ti misma, de otros, y especialmente de
Tontos pomposos que invariablemente no se daban cuanta que eran los objetos de tu gran
Diversión, inconscientes de tu déspito, proveído con gentiles palabras y ojos luminosos.
Tus cataratas y miopía hicieron difícil que leyeras. No obstante leías
Vorazmente y te encantaba escribir largas cartas a tus seres queridos
Y amigos. Eras una anciana sabia, la persona más sabia y más fuerte que jamás conoceré.
Eras sabia, sí, pero con el corazón de una niña y el alma de un ángel.
Fuiste el ser más sano, más racional, más bien ajustado y humano que jamás he conocido. Eras
Traviesa, pero incapaz de malicia. Fuiste aventurera; nunca tuviste miedo de probar o de
Aprender algo nuevo. Fuiste amante de la diversión, interesante, amable,
Energetica, divertida e infernalmente inteligente.
Habrías sido una de las primeras adoptadoras de toda la
Tecnología moderna, si hubieras tenido una vida más larga,
Y te hubiera encantado jugar-y trabajar con
Todos mis juguetes electrónicos.
Habrías sido un terror con un procesador de textos, con el correo electrónico
Y con las redes sociales y una gran campeona con mis juegos de video.
Me habrías ganando en todos ellos. Éramos grandes amigos tú y yo,
Y compañeros de juego a lo largo de la mayor parte de mi infancia.
Nos seguiste a nosotros aquí en breve después de que emigramos en 1968, dejando
Atrás a 20 nietos. Nunca entendí a plenitud la profundidad de ese sacrificio,
O el amor que lo hizo soportable para ti. Lo comprendo ahora. Demasiado tarde.
Es uno de los grandes pesares de mi vida.
Jugamos juegos de mesa, a vaqueros e indios, carreras de coches eléctricos, volteamos tarjetas de
Béisbol y compartimos miles de juegos de Birisca y Tute. Nunca se me ocurrió que tú eras el
Más mínimo inusual de ninguna forma. Te amé profundamente, pero nunca me moleste mucho
Por demostrártelo. Eso también me pesa, también demasiado tarde.
Después de mudarse a Buenos Aires, cuando mamá se había ganado suficiente dinero
Para llevarte a ti y a los dos hermanos más jóvenes, el sistema de cuotas entonces
No permitía que emigraran también tus dos hijos menores, quienes quedaron
Al buen cuidado de tu hija casada mayor en España, María, y su esposo, Fausto.
Los querías contigo. Te dirigiste directamente a Evita Perón para pedirle ayuda.
Como era de esperar, no pudiste conseguir esquivar a sus porteros. Pero no eras nada si no Persistente.
Sabías que Evita salía temprano cada mañana para su oficina. Y te
Estacionaste a las 6:00 de la mañana, mediante muchos, días por su camino de salida.
Con el tiempo, Evita le hizo parar a su chofer y te señalo que te acercaras.
"Abuela, ¿por qué me hace señas cada mañana cuando salgo para mi trabajo? "
Ella preguntó. Tú le explicaste acerca de tus hijos en España. Evita se apiadó y
Te escribió un pase en su tarjeta para verte en su oficina al día siguiente.
La fuiste a ver al día siguiente y ella te aseguró que la visa se expediría inminentemente;
Cuando se enteró de que hacías la vida de lavandera y de limpieza,
Ella te ofreció una máquina de coser y entrenamiento para
Convertirte en una costurera con la intención de promoverte una vida mejor.
Tú se lo agradeciste, pero declinaste la oferta. "Dele la máquina de coser a otra madre Necesitada.
Mi espalda es fuerte y mis manos me sirven bastante bien, igual que siempre
Me sirvieron.” Evita debió haber quedado impresionada, puesto a que te pidió que la
Visitaras una vez más cuando los niños hubiesen ya llegado a Buenos Aires.
Te dio otro pase y tú cumpliste tu palabra, como siempre, de volver a verla con tus niños.
Evita te volvió a ver en su despacho brevemente y compartieron chocolate en taza y pasteles
Tú, Evita y tus dos hijos menores—Emilio y José (Sito). No eras partidaria de la política ni del
Peronismo, pero siempre defendiste a Evita mediante tu larga vida.
Te fuiste demasiado pronto. No te había dicho “te quiero” en muchos años, estando
Demasiado ocupado con mis estudios y con otras ocupaciones igualmente inútiles.
Falleciste sin poder volverte a ver. Mamá tuvo que ir a tu lado sola. La última vez que
Te había escrito te envié una foto de mi graduación de abogado.
Según mamá la llevabas en el bolsillo antes de que te diera el ictus cerebral del cual
No hubo recuperación. Como siempre, me quisiste con todas mis faltas que me hacen
Indigno de tu cariño. Yo presentí el momento de tu muerte. Desperté de un profundo
Sueño y vi un pájaro blanco parado encima de mi escritorio al pie de mi cama.
Ese pájaro de tamaño humano extendió unas enormes alas y voló hacia mí,
Traspasándome y dejándome en un fuerte escalofrió. Supe en ese momento que
Habías muerto. Lloré y recé por ti. Mamá llamo por la mañana
Para confirmar la triste noticia.
Mamá también me comunicó muchos años después que habías estado en una
Coma por un tiempo pero que habías despertado y que, sin conocerla, le
Habías dicho que viajabas a Nueva York para ver a tu nieto. Luego te dormiste
Por última vez, según mamá. Te echo de menos todos los días.
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