Primeros en Responder
¿Sabías que cuando la ambulancia aparece, los paramédicos no se preocupan por los hábitos alimenticios o el hábito de fumar de una víctima de ataque al corazón? No critican a la víctima de un disparo por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado o por andar con la gente equivocada. Su respuesta es tratar de salvar su vida, curar sus heridas, mostrar actos de misericordia y amor. Después de esta primera respuesta de amor, un médico u otra persona puede aconsejarles sobre sus elecciones o errores.
Hoy el Espíritu Santo me mostró algo de la historia de la mujer samaritana en el pozo (Juan 4:7-42) que yo no había visto. Antes de que Jesús le hablara de su pecado, Él le mostró Su amor. Antes de abordar el hecho de que ella había tenido cinco maridos y estaba viviendo con alguien que no era su marido, Él le ofreció un regalo de amor:
Jesús le respondió: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice, 'Dame de beber', le habrías pedido y Él te habría dado agua viva”. La mujer le dijo: “Señor, no tiene nada con que sacar agua, y el pozo es profundo. ¿De dónde vas a sacar entonces el agua viva? “¿Eres más grande que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y bebió de él, así como sus hijos y su ganado?” Jesús le respondió: “El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed nunca más. Sino que, dentro de él, esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.”
El Espíritu Santo también me hizo prestar atención a la forma en que Jesús le habló a la mujer samaritana. No le hablaba de la forma en que los judíos religiosos de su época le habrían hablado.
Los judíos despreciaban a los samaritanos. Los judíos los miraban con irreverencia. Era tan inusual que un judío le hablara que eso la sorprendió. Ella le preguntó: “¿Por qué me hablas a mí viendo que los judíos no tienen trato con los samaritanos?”
A veces la gente religiosa de nuestro tiempo nos mira de acuerdo a nuestro estatus: reincidente, fornicario, adicto, adúltero, homosexual, abusador del cónyuge, ladrón, etc.
Ellos se basan en lo que saben de nosotros, o lo que pueden ver fácilmente en nosotros y eso orienta la forma en que nos tratan o nos hablan. Jesús nunca hizo eso.
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